top of page

No voy a ponerme la camiseta de la selección


Que Eduardo Galeano y Albert Camus escribieron sobre futbol, que Maradona, Beausejour o Sócrates tienen muchas claridades políticas, que los jugadores del dinamo de Kiev tienen un importante lugar en las páginas de la historia del antifascismo, hay que reconocerlo. A pesar de eso, sigo viendo esos ríos humanos amarillentos, que portan su respectiva camiseta de la selección, y pareciéndome curiosos. Curioso ese patrioterismo al que no lo mueve ni la privatización de lo público, ni el deterioro ambiental producto de la reprimarización económica que elimina de tajo la posibilidad de una verdadera industria nacional, el frecuente abuso de la fuerza policial y militar, o un modelo y un sistema económico-político-cultural que perpetúa la desigualdad social. No, nada de eso logra mover su laxo sentido de patria, que solo se siente en tiempos de fútbol. Y es claro que ninguno de los puntos anteriores es consecuencia del fútbol, sería absurdo pensar eso* como aluden algunas imágenes que circulan en redes sociales en un tono burlesco; lo que me fastidia del asunto es ver cómo moviliza la persecución a un balón que es disputado por dos bandos antes que cualquier otra cosa. Pueden ser muchas las explicaciones para esta capacidad movilizadora del fútbol: la hegemonía, la ideología, la alienación, el malestar en la cultura, o la sencilla expresión “pan y circo”, o mejor, la “pasión” que despierta. Con todo esto, no pude evitar dedicar estas líneas al respecto, al encontrarme con las imágenes ya mencionadas que satirizan posturas críticas por el simple hecho de ir en contravía de los sentires masivos profundamente arraigados en esta cultura criolla. Ahora, ¿Qué hay personas que pueden ver fútbol e indignarse al mismo tiempo por los problemas del país? es el deber ser, ojala así fuera el pueblo colombiano, pero siento decirles que ese no es el común denominador. ¿Qué es una posición arrogante, como dicen algunos?, creo que la humildad tiene un sentido más profundo que el ver fútbol y sumarse a la euforia de miles de Colombianos, y pasa por una forma de asumir los vínculos con quienes nos relacionamos cotidianamente. El que no haga o reproduzca ciertas prácticas de ese común denominador, no me hace arrogante. Es por esto que no pienso ser uno más en esos ríos humanos al ponerme la camiseta de la selección. ___________________ *Aunque no hay que olvidar cómo el fútbol ha sido usado en múltiples oportunidades para encubrir distintos sucesos que no les conviene hacer del todo público a quienes gobiernan. [if !supportLineBreakNewLine] [endif]

bottom of page