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De reinas, fiestas y guayabos.


Imagen tomada de la web.


Pan y circo decía el dicho, el tema es que ahora solo se trata de circo.


Que la reina, que la coronan, que la descoronan, que gana oe oe oe mi Nacional, que pierde Junior tu papá, que la novena, que la polita, que la familia, que el regalo, que la natilla, que venga le digo, que ya no… así ha sido hasta el momento el final de 2015, un año en el que nos han llenado de esperanzas y no precisamente Gómez.


Pero como en toda buena fiesta, cuando se acaba llega el guayabo, algunas veces es decente y manejable, pero el de los colombianos es el de potrero: puras cagadas y lagunas que se resumen en tres cosas puntuales que nos quitarán la risita.


Aumento del salario remínimo:


Cada año por esta época las centrales obreras se reúnen con el Gobierno Nacional y representantes de los empresarios para discutir algo a lo que le denominan el “aumento del salario mínimo”. La estrategia es la siguiente, representantes de los sindicatos piden un aumento pequeño y se bajan un poquito para no disgustar demasiado a los empresarios, nadie quiere que su patrón se moleste.

Mientras tanto los empresarios plantean un aumento increíblemente más pequeño y se mantienen, es claro que las centrales sindicales no se van a molestar tanto, nadie quiere perder su trabajo. Y el gobierno nacional claramente cumple su deber al velar por los intereses de quienes mantienen a flote la economía del país –los empresarios-.


Las cifras de la negociación están así:


Las centrales obreras inicialmente proponen un “aumento” del 10% es decir de $64.435, para un mínimo de $708.785, luego se bajan al 8.5% para que quede un aumento de $54.769 para un total de $699.119, como si le aumentaran a un día de trabajo un poquito más de un pasaje en TransMilenio $1.825, eso es lo que proponen las centrales obreras, quienes al parecer consideran que más de ocho horas de trabajo diario merecen un aumento de $1.825. Ese es el nivel de mezquindad de quienes defienden los intereses de la clase trabajadora.


Ahora era muy curioso escuchar comentarios como “menos mal Lucho es el ministro de trabajo, un sindicalista comprende las necesidades de la clase trabajadora”, siempre mi respuesta fue un muy sentido y sincero “jajajaja”.


Y ¿qué proponen los empresarios? Esos hombres y mujeres que han construido sus emporios con “esfuerzo, trabajo y dedicación” consideran que sus empleados merecen un aumento del 6,8%, que representa un incremento de $43.815, es decir $1.460 diarios, lo que no equivale ni siquiera a un pasaje en buseta.


Como además, ya es costumbre, el Gobierno Nacional decretó el pírrico aumento, lo curioso es la forma salomónica en que lo hizo dando contentillo a los empresarios como debe ser, con un aumento de nada más, ni nada menos que del 7%. Una vez más el bolsillo de los colombianos fue “defendido” por la mezquindad de las centrales sindicales y decidido por la crueldad de los empresarios. Como siempre los colombianos seguiremos con la misma miseria y haciendo maromas para que rinda un mínimo.


IVA


'Puedo firmar sobre piedra o mármol que no voy a incrementar las tarifas de los impuestos durante mi Gobierno' Juan Manuel Santos.


Esa frase la dijo el presidente Juan Manuel Santos en la campaña presidencial de 2010, pero esas promesas no dan para dos periodos presidenciales, tal como lo declaró el Gobierno Nacional al informar que pretende aumentar el IVA del 16 al 19%, pues al parecer por culpa del fenómeno del niño y de la caída del petróleo que a los colombianos nos van a subir ese impuesto, impuesto que pagamos por el 90% de los productos y servicios de uso en el país.


Entonces nos suben los impuestos la mitad de lo que va a subir el salario mínimo.


La tercera


Cuando empecé a escribir este artículo tenía claro que eran tres temas los que nos iban a quitar la risita y esa felicidad tan decembrina, pero debo reconocer que como buena colombiana también sufro de guayabo de potrero y no me acuerdo de la última.

El caso es que seguimos dormidos, pasivos, embrutecidos mientras el gobierno y los empresarios hacen y deshacen con nuestra platica.

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