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Una catarsis, perdón... Una autocrítica ¡fue nuestra culpa la pérdida de Bogotá!

¿Será que algún día nos tomaremos el poder en nuestro país? Perdimos la Alcaldía de Bogotá. Salen a hablar de una necesaria auto critica. Algunos no hacen auto critica sino que por el contrario se desahogan rabonamente. Otras y otros empiezan a hacer auto critica. Algunos solo hacen críticas. Otros solo atacan virulentamente, haciendo honor al viejo dicho: al caído caerle. Yo sólo me pregunto: ¿acaso la autocrítica no debió haber sido antes de perder la Alcaldía?, ¡que vídeo!, pero para mí el problema es que no hay ese ejercicio serio de crítica y autocrítica que nos enseñaron nuestros mayores, y cuando hablo de mayores no me refiero a esos viejos y viejas que tienen mucha responsabilidad en la crisis actual de la izquierda colombiana, me refiero a esos revolucionarios que siguen siendo hoy símbolos de resistencia y lucha por una Colombia en paz y con justicia social.


Todavía recuerdo con gracia cómo una vez me invitaron a una reunión del sector juvenil de la Marcha Patriótica en Bogotá y a la salida de la misma, un "compañero" señaló mi camiseta con un logo de "Dubai", sí, la ciudad, y con mirada juzgadora me preguntó porqué andaba con ese símbolo capitalista. Claramente el joven (no tan joven como en la mayoría de organizaciones de la izquierda tradicional), tenía su boina y su camiseta con la cara del "Che" para sentirse más revolucionario que yo y creerse con la autoridad para juzgar mi vestimenta.


De la misma manera es triste cómo la última vez que estuve en la casa de la Marcha Patriótica me preguntaron con tono burlón sobre el milagro que me traía por ahí, al parecer no estar metido todo el día ahí en miles de reuniones sin sentido práctico me hace inmediatamente alguien que renunció a su militancia en este movimiento social. Estas anécdotas que parecen detalles menores cobran todo el sentido en estos momentos en que hablo desde mi experiencia, porque toca hacer esos análisis desde ahí, mas allá de eso es la habladera de mierda que nos puede caracterizar y hacernos sentir muy bien con nosotros mismos.


A principio de año en un ejercicio de crítica y autocrítica dentro de mi colectivo se los afirme con contundencia. A pesar de las dudas, somos de la Marcha Patriótica, no precisamente por las prácticas que hoy observamos en nuestra organización, en muchos casos contradictorias con lo que debería ser la misma sino, por el contrario, precisamente por esos principios que la fundamentan y que nos motivaron a participar con alegría en su lanzamiento y cargarle ladrillos a muchos y a muchas iniciativas que en los últimos 5 años, si nos contamos desde el 2010, se han adelantado.


La Marcha Patriótica nos y me ha definido en lo político y a eso le somos leales. Esos principios sociales, políticos y de vida que no sólo la hacen una organización de carácter nacional, sino por sobre todo, una esperanza que marca el horizonte de paz con justicia social en nuestro país, son los que nos hacen de Marcha. Y precisamente por ser fiel a esos principios es que escribo este balance personal y lo hago público ahora.


En esas críticas y auto críticas que he leído hasta ahora, no sólo con la pérdida de Bogotá, sino también con la pérdida del gobierno en Argentina y el traspié en el proceso venezolano, sale a relucir algo peculiar, y es el mamertismo que nos tiene jodidos, y las excusas que nos dejan más de 50 años de conflicto armado. Porque sí, el régimen colombiano es el más sanguinario del continente; sí, no tenemos garantías de participación; sí, la desigualdad y la pobreza son alarmantes, pero ¿es por eso que las fuerzas del cambio siguen en la resistencia y no en el poder en el caso colombiano?


Para mi el mamerto es ese quien no asume los principios de la izquierda y parece un lorito, esa persona que esta muy cómoda diciendo que no hay garantías y que todo es una mierda; porque sí, es que todo es una mierda, pero nosotros tampoco estamos dando la talla en la pelea y no estamos haciendo uso de nuestra fuerza.

Ese mamertismo nos tiene muy cómodos en la consigna fácil y efectista y se nos olvidan la reflexión profunda, las propuestas serias y no solo las quejas. Ahora van a decir que para eso es el proceso de constituyentes por la paz; sí, pero no es suficiente, las propuestas no pueden quedarse en el papel y tienen que ser técnicas y con una ruta de garantías que les permita ser eficientes, porque la eficiencia es una de las críticas que podemos hacerle, por ejemplo, al gobierno de Gustavo Petro. Posiblemente las propuestas existen, y si existen, entonces lo que tenemos es un serio problema de comunicación con las bases, pero eso lo trataré más adelante.


Dentro de la Marcha Patriótica, por ejemplo, he sido testigo de monumentales esfuerzos para sacar adelante eventos que han sido un fiasco total. Todavía está en la memoria colectiva lo que significó el Cabildo Nacional de Juventud en Cartagena. Hoy por hoy no sé cuántos recursos se malgastaron ahí, el montón de gente que sacrificó mucho para estar o colaborar, ¿para qué?, para finalmente salir con pobres propuestas y cero consolidación del sector juvenil de nuestro movimiento. Esto se repitió como un mal chiste este año con el Primer Congreso de la Juventud Rebelde, fue interesante el proceso de convocatoria previo al Congreso, pero el “evento” como tal, no tuvo nada de discusión seria ni de debate, es de esos eventos en donde ya todo estaba decidido, y eso no es algo de izquierda, solo mediocridad.


Fui testigo y parte de uno de los procesos de formulación técnica de un Plan de Desarrollo de una de las Zonas de Reserva Campesina del país, entre el 2013 y el 2014. Esa fue una oportunidad para entender cómo se desaprovechan los pocos recursos que se consiguen para hacer un trabajo mediocre, y así después echarle la culpa a las personas que no tienen el favor de los líderes, o la malicia para posicionarse dentro de la organización desde la intriga y la falta de decencia.


A la figura de las Zonas de Reserva Campesina en la mayoría de los casos se le atribuyen unas características que, en términos reales y con el régimen que nos gobierna, son imposibles de llevar a cabo, pero se ha convertido en una bandera de lucha, sí, pero también en un desgaste que ha desilusionado muchas comunidades, quemado muchos profesionales, entre los que me incluyo.


En ese proceso en el que participé perdí mi admiración ciega por los líderes campesinos de este país y entendí que son personas admirables, sí, pero con egos muy grandes, que se han acostumbrado a mandar y a escuchar poco, que no arriesgarán los pocos privilegios personales que han alcanzado desde sus liderazgos por jugársela toda por sus comunidades, aunque sí por su gente y las organizaciones, pero al final ¿de qué sirve una organización (burocracia) y unas siglas si en términos reales no tiene una comunidad fuerte y organizada que la respalde y la llene de significado? No estoy generalizando, hay muchas comunidades fuertes y organizadas que son referentes, pero así como pasa eso, pasa lo otro, y son esos casos lo que no permiten avanzar como movimiento social y país.


Como si fuera poco me doy cuenta, como situación anexa a la anterior que seguro se repite de mil formas alarmantes, que una organización que fundamenta su imagen en la defensa de los derechos humanos, presiona tanto a una compañera por estar embarazada que finalmente la obliga a renunciar, cuando gracias a ella y su trabajo consiguieron el financiamiento de la cooperación internacional de los próximos años, ¿es eso de personas que se dicen de izquierda?, ¿es eso una práctica revolucionaria?, ¿acaso nos toca esperar a tomarnos el poder para ser gente decente?


En mi opinión toca empezar a vincular el discurso con la práctica, parafraseando al viejo Lenin, no hay teoría revolucionaria sin práctica revolucionaria y viceversa. Estoy mamado de esos "compañeros" que no toman conciencia de su asqueroso machismo y que peor aún, golpean a las que le dicen compañeras, por ejemplo. No es decirse de izquierda y ser un maldito corrupto también, no sólo como nos pasó con Samuel Moreno, sino también en muchas organizaciones sociales o populares en donde los recursos simplemente se pierden en medio de la burocracia y los intereses personales que se ponen antes que los colectivos. No nos sirven para nada esas roscas en donde toca lamer más de un culo para entrar, olvidando valores liberales tan importantes como la meritocracia y que no debemos despreciar. Muchos de esos líderes del movimiento social de hoy prefieren tener a su alrededor un comité de aplausos antes que gente que les ayude a construir colectivamente desde el trabajo duro.


Escribo todo esto desde la angustia de observar lo que pasa en países hermanos como Venezuela. Son los mismos problemas allá pero a niveles mayores de complejidad. ¿Vamos a esperar a estar en ese momento para corregir las cosas que estamos haciendo mal desde ya?


He confirmado a través de mi corta experiencia como muchas iniciativas de la izquierda no prosperan por falta de condiciones, sino por la falta de voluntad y eficacia para hacer las cosas. Y también los recelos de amenazas a los pequeños espacios de poder que la gente se ha ganado lamiendo traseros. Es deprimente y al mismo tiempo desesperante, encontrarse a gente en las organizaciones sociales y populares cansadas y sin tiempo, siempre están en reuniones, siempre tienen algo que hacer, pero eso no significa que estén haciendo algo, se puede estar con la agenda copada pero no necesariamente siendo eficaz y es algo que se repite de manera triste todo el tiempo. Lo peor es que muchas veces pareciera que se sienten orgullosos de su ineficacia, es todo cuestión de imagen al parecer, para así justificar sus espacios.


¿Y donde esta la autocrítica personal dirán muchos?, pues creo que yo he cometido muchos de estos errores que señalo aquí y cometiendolos me he dado cuenta que no debo continuarlos. Me ha faltado mucha disciplina en mis actividades en el movimiento social, me ha faltado mucha rigurosidad, por lo que me he comprometido ha seguir formándome, porque estoy seguro que para el nuevo país que queremos lo que se necesita es alguien con las mas altas calificaciones, no me puedo permitir menos que un doctorado, me ha faltado delegar, confiar en la gente que me rodea, ser mas receptivo a las críticas a mi trabajo, entender cuando guardar silencio y perder batallas para ganar en el largo plazo, en resumen, me ha faltado dejar de lado mi ego y ponerme realmente al servicio de la gente. Esa es mi principal autocrítica, aunque supongo que críticas me lloverán de quienes lean esto y me conozcan o se hallan cruzado conmigo en los últimos años de trabajo con la gente.


Obviamente están las excepciones a la regla en el movimiento social colombiano, me gustaría de corazón que fueran más, pero hoy por hoy no metería la mano al fuego por nadie. Nunca desconocería lo que ha significado la persecución y el terrorismo de Estado para el movimiento campesino colombiano por ejemplo, pero esas situaciones terribles que han vivido no los hacen per se faros de la moral y las buenas costumbres revolucionarias, esa es la realidad.


Lo mismo ocurre con la Unión Patriótica. No por ser la Unión Patriótica significa que son la vanguardia de la revolución en Colombia. No entiendo porque la UP se mete a contiendas electorales cuando aunque haga las cosas bien, dentro de las posibilidades del régimen, no tiene mayor margen de maniobra que ocupar los márgenes de la estructura de poder. La UP debe hacer lo que ha venido haciendo y es defender la memoria histórica del conflicto social y armado y reivindicar a sus miles de muertos, sistematizar las enseñanzas de los errores del pasado y así ser fuente de ideas para el movimiento social colombiano; pero no, me topé con varios que decían que lo revolucionario en las últimas elecciones era votar por Aida Avella, cuando sinceramente, escuchando a Aida Avella, nunca me sorprendió como candidata, repetía lugares comunes y consignas vagas que nada le decían a la gente de a pie, que es la que vota por Cambio Radical y el Centro Democrático. Eso sin contar esa división de las supuestas “bases en rebelión” y la pelea patética sobre quién fue el responsable de que les devolvieran la personería jurídica.


Junto a todo esto está lo que significaron las elecciones en las que perdimos contundentemente. Nuestro primer error fue aceptar a Clara López como la candidata de la izquierda. No porque no tuviera todas las calidades para serlo, sino porque era obvio que le iban a cobrar haber sido funcionaria de la alcaldía de Samuel Moreno. ¿De qué le sirvió a Clara denunciar ya con la victoria de Peñalosa sobre lo que fue una cochina campaña?, ¿acaso no es claro para nosotros que este es el régimen más represivo de Nuestra América?, ¿quién se mete a elecciones sin prever las cochinadas del enemigo? ¡Todas las cochinadas! Incluyendo el robo de más de 5000 votos a la Unión Patriótica o los asesinatos a muchos candidatos de la izquierda, no en los ochentas, sino en las últimas elecciones.


¡Es nuestra culpa haber perdido Bogotá! ¿De qué sirve en términos electorales cada quien con sus banderas en un sistema que está diseñado para que no ganemos?, la forma partido hoy no es garantía de identidad cuando existe tanta diversidad en una sociedad fragmentada por el neoliberalismo. La forma partido nos tiene que servir para ganar elecciones, no para repetir los cacicazgos del régimen. Ese partido debe tener una base que siempre deberán ser los movimientos que alimentan la calle y las plazas como la de Bolívar aquí en Bogotá.


Ojalá le aprendamos al Centro Democrático, que a falta de propuesta es muy efectivo en términos electorales al poner las reglas a su favor con cosas tan simples como las listas cerradas y la unidad de esa maquinaria para sacar adelante sus intereses mezquinos. Qué diferente sería el panorama político de Bogotá en los próximos 4 años si para el Concejo hubiéramos lanzado una sola lista UP, PDA, progresismo, MAIS, las izquierda dentro de los verdes y liberales y por supuesto los movimientos que alimentan todo eso, como lo somos la Marcha Patriótica y el Congreso de los Pueblos. Resistiremos las consecuencias de la Bogotá que se disputará los próximos 4 años; si, pero seremos responsables también de no haber hecho lo correcto en el momento preciso, ya que quejarnos después de nada sirve, o por lo menos de poco ha servido hasta ahora.


Pensé mucho este escrito precisamente porque la auto critica pública y sincera no es algo que se haga mucho en el movimiento social colombiano. La excusa siempre es la misma: “compañero, le está dando herramientas al enemigo para atacarnos”. Es por esa hipocresía por la que todavía nos cobran el desastre de la alcaldía de Samuel Moreno. No porque la gente está manipulada mediáticamente sino, por el contrario, porque no es idiota.


Me imaginé mil veces los ataques e improperios a lo que tengo que decir, o por el contrario el silencio sepulcral a estas tediosas páginas que parecen más un desahogo que un balance, pero finalmente no creo que esté equivocado, es algo necesario, y por eso lo hago público.


Si seguimos por esta senda estamos condenando a nuestro país a un siglo XXI peor que el XX, porque es que tenemos que dejar esa visión mecanicista de la historia en donde las condiciones de miseria de la gente las hará levantarse, ojalá fuera tan fácil. Estamos mal, y lo terrible es que podríamos estar peor, y lo peor que podemos hacer es regañar a la gente por ser tan ciega y no darse cuenta de lo que a nosotros nos parece tan obvio ¡Dejemos el mamertismo a un lado! Como quien regaña al uribista que no tiene finca cuando dice que ahora podemos viajar a la finca, ¿acaso no es precisamente el apoyo de esos miles de humildes profundamente conservadores, precarizados y manipulados mediáticamente con quienes tenemos que construir la paz con justicia social?


Insisto en algo, el lió empieza por la forma partido y la confusión con las potencialidades de la forma movimiento. Los partidos se inventaron para orientar comunidades en sociedades industriales cohesionadas en términos políticos, y las orientaciones por sus mismas maneras son verticales y por lo tanto autoritarias. Eso no es negativo en principio. Cuando la libertad no es regla en países como Colombia es difícil hacer política horizontal, por no decir imposible. Quien se asume parte de un partido político sea este de izquierda, derecha, liberal o conservador está asumiendo hacer parte de una máquina, y las máquinas deben ser ante todo eficientes. Lo que observo precisamente en Marcha Patriótica es que en la práctica se mantiene en la forma partido y se olvida de la potencialidad de construirse como movimiento.


No estoy diciendo que no exista la discusión democrática dentro de la organización, ni en el movimiento social y popular de nuestro país, simplemente estoy diciendo que la que existe no es suficiente y generalmente es una discusión hipócrita y gatopardista. Por cuestiones de forma pero también de fondo.


Cómo es posible, por ejemplo, que hayan pasado 3 años desde el último Consejo Patriótico Nacional de la Marcha, que fue el primero real, aunque muchas "discusiones" no fueron realmente discusiones, sino por el contrario una puesta en escena donde todo ya estaba decidido, ¿es porque estamos muy ocupados defendiendo los diálogos de paz?, ¿quién defenderá los acuerdos en este reflujo general en el que estamos?


Nuevamente insisto en otra cosa. Existe la discusión, el ejemplo está en que se constituyó, en ese escenario del Consejo Patriótico Nacional, el sector social de comunicaciones, algo que no estaba decidido desde antes sino que por el contrario fue algo que alcanzamos en la discusión. Igualmente existe un miedo alarmante a la discusión real y profunda, un miedo a poner en practica la democracia, preferimos darnos continuas y frustrantes palmaditas en la espalda y excusarnos en lo denso y complejo de nuestro contexto. Ya anticipo gente desde las alturas de la Marcha Patriótica diciendo que están preparando el Consejo Patriótico Nacional y que simplemente no sabía. Grave no saber, no hay comunicación entre la "base" y la cúpula. Están muy conformes con la burocracia creada y la oficina en Bogotá, no hay movimiento, no hay discusión, se nos olvidó la política y nos estamos quedando con la politiquería de siempre. Nos estamos pareciendo demasiado a la gente que nos ha estado jodiendo desde arriba los últimos 200 años.


Como para ir cerrando, este año me he topado más de una vez con gente que manifiesta abiertamente que está cansada de la militancia, y siempre me pregunto lo mismo ¿cómo se pueden cansar?, no en el sentido de que obviamente es una actividad agotadora y que te consume, es algo más preocupante que eso: están cansados en el sentido de que han renunciado, como esa tristemente famosa frase que dice más o menos que el que es comunista antes de los 30 es porque tiene corazón y después es porque es un idiota. Lo pienso siempre que me los topo y lo pienso ahora, si están cansados es precisamente porque no le ven sentido, no le ponen pasión y no le encontraron utilidad personal a la actividad de militar, en resumen: no les sirvió. Y finalmente tienen razón, el movimiento social está muy cómodo en la resistencia y quienes tienen en sus manos la posibilidad de orientarlo hacia el poder les falta audacia para eso o simplemente no quieren, esa es mi angustia y ese es mi balance. Ahora ¡arena, ven a mí!


Psdt: Mi propuesta pasa por la necesidad de construir garantias en el ejercicio de la militancia y la dirigencia de la misma. Las que se me ocurren son: rotación en los cargos de dirección, cuentas pública y claras de los recursos invertidos, unidad real no una sopa de siglas, pero esto sera tema de otro artículo mas corto y sustancioso.


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