Tomada de la web.
No sé si les ha pasado que en momentos se preguntan sobre la razón por la cual se usa un término y no otro para designar una acción o un objeto, sobre su origen y sobre el momento en el que fue generalizado su uso. O también que en ocasiones se cuestionen por qué algunos términos se ponen de moda o si existen intencionalidades frente al uso generalizado de algunos de esos términos así como las diversas interpretaciones y potencialidades de un término. En esta ocasión la inquietud fue frente a la palabra “Ciudadanía”, sobre la cual hice la siguiente reflexión pretendiendo hacer una crítica de la concepción “clásica” de ciudadanía y proponer una perspectiva alternativa. Sin ánimo de extenderme en un largo contexto histórico sobre el nacimiento de la “ciudadanía”, encontramos que su acepción moderna tiene lugar en las llamadas revoluciones liberales del siglo XVIII y XIX, con base en el movimiento intelectual de la Ilustración. Aquellas revoluciones liberales, lideradas por la clase burguesa ya consolidada económicamente y que ahora reclamaban el poder político, configuraron un aparataje teórico como fundamento de la emergente formación social capitalista. De dicho aparataje podemos encontrar importantes configuraciones tales como el estado nación, la división de poderes, la preponderancia de la propiedad privada, la “democracia” y la “libertad”, la sociedad civil, la ciudadanía entre otros. Para el caso específico, como la dije al inicio, desarrollaré entonces algunos aspectos de dicha categoría, La Ciudadanía.
La ciudadanía implica la asociación de un grupo de individuos establecidos en el Estado-Nación, organizados como el supuesto “contrato o pacto social” entre los hombres. Estos serán “seres con los mismos derechos y deberes en términos formales e iguales ante la Ley” (Vega, 2007: p 369). Lo anterior lleva a que se exija un compromiso “de la ciudadanía con las leyes vigentes, como la contrapartida de la inclusión de esos derechos en el orden legal. Exige, en nombre de la defensa de la extensión de esos derechos a los excluidos, una defensa del orden en el que se quiere garantizar la inclusión de esos ciudadanos” (Welmowicki: 2000: p 67). Según otros autores, la ciudadanía es “el resultado de una construcción histórica de los sujetos con el Estado. Esta relación tiene como sustento la necesidad de los individuos de regular, normar y establecer criterios de vida en común. Es decir, de vida en sociedad. Y ahí surge quizás el principal atributo de la ciudadanía, pues hablamos de sujetos que buscan una relación consciente y adecuada con otros. Para decirlo rápidamente, ciudadano es aquel individuo que interesada y conscientemente se sitúa como un sujeto de interlocución, de reflexión con otros, y también con las autoridades.” (Silva, 2001).
T.H Marshall, sociólogo británico reconoce en un curso histórico de la ciudadanía de tres momentos; “la civil (derechos individuales básicos), la política (participación en el poder político) y la social (bienestar económico y seguridad)” (Welmowicki 2000: 76) en razón de las distintas transformaciones y procesos sociales, como lo fue el caso de las reivindicaciones del movimiento obrero especialmente en el tercer momento de la ciudadanía.
Ahora veamos algunas implicaciones de la concepción de ciudadanía. Como bien se dijo, la ciudadanía hace parte del aparataje teórico creado por la burguesía, que si bien en principio representó una perspectiva revolucionaria que manifestaba una expresión, por así decirlo, generalizada del pueblo, tiene implícita su connotación de clase, la clase social burguesa, lo que inevitablemente lleva a una intencionalidad concordante con el sistema económico que defienden, el capitalismo.
La ciudadanía, hace reiterada alusión a la igualdad: todos somos iguales, sin distinción de credo, -recientemente- raza o género. La Igualdad ante el imperio de las leyes. Leyes que protegen la libertad (principio básico del liberalismo); libertad de acumular, de tener y proteger su propiedad privada, y, acrecentado por el neoliberalismo, libertad de consumo. Un buen ciudadano es un buen consumidor. Lo anterior lleva a, como dijera Renán Vega, una separación en dos arenas: la política y la económica, a saber, “en la primera (la política) en la sociedad capitalista impera la opresión por parte de los propietarios de los medios de producción, mientras que en la segunda predomina la figura del ciudadano, separado de la esfera económica. De esta manera, la ciudadanía se convierte en una figura abstracta desligada de los problemas reales que se presentan en el ámbito de la producción”. (Vega, 2007: 370).
Tanto Vega como Welmowicki indican la existencia de dos tipos de ciudadanos diferenciados, unos ciudadanos poseedores de capital, y otros que carecen del mismo (Vega, 2007) (Welmowicki, 2000), esto nos da a entender que no existe la pretendida casi homogeneidad de una ciudadanía en diálogo, una convivencia social, una empatía por la naturaleza humana que implica vivir en comunidad (Arias, 2010: 47) como se pretende en el discurso dominante, sino que en las ciudadanías existen clases sociales, con intereses incluso antagónicos, especialmente de las clases dominantes sobre las clases populares. La pretendida igualdad presentada es a grandes rasgos, como dijera Rosa Luxemburgo: “se utiliza la palabra ’ciudadano’ sin distinciones para referirse tanto al burgués como al proletario, queriendo con eso referirse al hombre en general, identifica al hombre en general con el burgués, y la sociedad humana como la sociedad burguesa” (Vega, 2007: 371).
En los discursos contemporáneos de tendencias que podríamos denominar de izquierda, se ha puesto en boga también el discurso de la defensa de la ciudadanía como un fin en sí mismo, en el marco de la defensa de la democracia, (Welmowicki 2000: 66) (Welmowicki 2001: 111) que de llegar a cuestionar algo el orden establecido, cuestionan sólo el modelo neoliberal, pero no el telón de fondo, el sistema capitalista, haciendo propuestas de otros tipos de ciudadanías, más participativas, incluyentes etc., que trabajen por un mejor statu quo. De allí, como se dijo en un principio surge la necesidad de pensar una categoría distinta a la generalizada de ciudadanía, o distinta a otras ciudadanías propuestas en un margen izquierdo, léase “nuevas ciudadanías”, “ciudadanías periféricas”, “ciudadanías emergentes”. Las ciudadanías Insubordinadas serían las ciudadanías que se reconocen en las clases sociales, esto es, su lugar ocupado en dichas clases sociales y la conciencia de ello, lo que lleva al conocimiento del orden en el cual viven así como a su cuestionamiento, no sólo en la crítica superficial a lo inmediato, como al gobierno de turno, o el modelo o fase del modo de producción, sino la crítica consciente y directa del todo, del sistema capitalista. Situarse como clase no en un sentido reducido y caricaturesco del término sino teniendo en cuenta las actuales características de las clases sociales existentes así como las facciones de clase entre subalternizadores/explotadores y subalternizados/clase popular. Las ciudadanías insubordinadas no sólo reconocerían algunas de las herramientas de defensa de derechos inscritas en el marco del statu quo (ya que reconocen además el lugar de las conquistas populares en muchas de ellas) sino que se organizan y trabajan en vías de la generación y construcción de procesos prefiguradores de caracter emancipador en contraposición a la ciudadanía pasiva y acrítica. Referencias: Arias Rey A. 2010. La construcción de la ciudadanía: un trabajo de la escuela, la sociedad y la familia. Unisangil editora: Santander. Claudio Silva J. 2001. Ciudadanía: entre el debate crítico, la lucha política y la utopía. Recuperado de: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-22362001000100006. Diciembre 2015 Vega Cantor R. 2007 .Un Mundo Incierto, un mundo para aprender y enseñar. Las transformaciones sociales y su incidencia en la enseñanza de las ciencias sociales. Colección ciencias sociales Universidad Pedagógica Nacional: Bogotá.
Welmowicki J. 2000. El discurso de la ciudadanía y la independencia de clase. Recuperado de: https://archivoleontrotsky.org/download.php?mfn=006566. Diciembre 2015.
Welmowicki J. 2001. Ciudadanía, democracia y sociedad civil: El retorno de Eduard Bersntein. Recuperado de: https://archivoleontrotsky.org/download.php?mfn=006562. Diciembre 2015.