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Una crítica a los Comunistas


Imagen tomada de la web.

Un fantasma escuálido y deformado sigue recorriendo no solo Europa sino el mundo, el fantasma del comunismo como escribiera el viejo Marx


Pero es un fantasma con hermanos mellizos, por tanto no es un solo fantasma, son bastantes fantasmas que al mismo tiempo –paradójicamente si tenemos en cuenta que son fantasmas- se han reproducido y han dado lugar a más fantasmas. Muchos fantasmas que comparten un nombre para distinguirse: “comunistas”. Pero al ser tantos fantasmas, no son homogéneos entre sí, y a veces incluso, no solo asustan a los egoístas poderosos sino que se asustan entre ellos, así como discuten respecto a las formas de asustar, o quien tiene mayor criterio para asustar, hasta discuten los tonos apropiados del lamento o el aullido. A veces llegan a eliminarse entre sí porque no gustan de como el uno o el otro asusta. De tantos fantasmas –generaciones incluso- hay fantasmas puristas que reniegan y prefieren las antiguas formas de asustar a los poderosos, otros se arrepintieron de asustar, y otros prefieren no ser más fantasmas (sin saber a ciencia cierta qué son) se sienten humanos en unos casos y fantasmas en otros. Hay fantasmas autoritarios, fantasmas dogmáticos pero también hay fantasmas interesantes que señalan la importancia de seguir asustando a los poderosos. Lo negativo de ellos es que se quedan en la eternidad indagando sobre el cómo e incluso el por qué. Las nuevas generaciones de fantasmas tienen un miedo permanente, así que han optado por la “sana” convivencia con los poderosos a los que solían asustar sus antepasados. Les preocupa el qué dirán, así que prefieren denominarse de formas distintas al viejo término de “comunistas”. Prefieren ser fantasmas “light”. Optan por cuestionarlos apareciéndose de vez en cuando, de tal forma que el poderoso tenga un leve susto para después decidir seguir en el letargo, existiendo en unas difíciles condiciones fantasmagóricas.

Parece ser que a los fantasmas se les olvido un punto en común. Su origen. La negación que otrora fuera su cotidianidad, la humillación, la invisibilización por parte de los poderosos, la difícil condición que los constituyo como fantasmas, como ‘nadies’, pero que al mismo tiempo los impulsó a asustar, asustar a los poderosos, recordarles su existencia –ahora fantasmagórica-, existencia que los llevo a recorrer no solo Europa sino el mundo. Parece ser que a los fantasmas no les queda otro camino que resolver trasnochadas discusiones y renovados y laxos dilemas para seguir asustando a los poderosos, para sentar su existencia y la existencia de los nadie, de los mismos que los poderosos siguen llevando al espectro fantasmagórico.




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